Hace muchos años que Marshall McLuhan pronosticó que “uno de
los futuros aspectos clave de la publicidad es lo hecho a medida”.
Esta visión se traduce en un principio clásico del marketing que
dicta que hay que ver en cada persona un cliente y ver en cada
cliente a una persona.
Bajo este mandamiento las empresas
empezaron a crear enormes bases de datos donde se distinguían
grupos de clientes con distintas necesidades y adaptaban la
comunicación, el marketing directo y la promoción a cada uno de
estos segmentos.
Los Social Media multiplican este efecto de tal manera que puedes
conversar individualmente con todos tus clientes de forma única
y personalizada. Utilizo el verbo ‘conversar’ no casualmente. Los
Social Media son herramientas de comunicación donde se escucha
y se habla.
En términos técnicos, los Social Media son plataformas de
publicación de contenido donde emisor y receptor se confunden
en capacidades y funciones.
Las herramientas como blogs, wikis,
podcasts, redes sociales, agregadores, etc. permiten a los usuarios
convertirse en medios de comunicación donde ellos toman las
decisiones de los contenidos que se publican, cómo se clasifican y
cómo se distribuyen.
Los medios sociales hacen de los usuarios personas influyentes
cuya agenda temática está supeditada a las circunstancias
personales y/o profesionales.
Es habitual por tanto encontrar
narraciones sobre experiencias positivas o negativas con marcas,
productos o servicios.
Sin necesidad de recurrir a estudios realizados por importantes
universidades, que los hay, es obvio que si un cliente potencial
busca en Google el nombre de un determinado producto y
encuentra que además de la ficha oficial en la web corporativa
del fabricante hay uno, dos o tres resultados más con opiniones
desfavorables sobre el servicio técnico, por ejemplo, el usuario
jamás comprará ese producto. Del mismo modo, las opciones de
adquirirlo se multiplicarán si el caso es el contrario.
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