• No tengas miedo al diálogo.
Este es uno de los temores más frecuentes. “¿Y si empiezan a hablar
mal de mi o de mi marca?”. Esta es una pregunta poco valiente y
absurda, entre otras cosas porque si tu público quiere hablar de
tu marca, bien o mal, lo hará sin pedirte permiso. Así de simple.
Por tanto, es mejor formar parte de esa conversación. Además, eso
demuestra que te interesas por sus opiniones y aportará mucho
más valor a vuestra relación. Supongo que no te gustará tener
amigos sólo para contarles tu rollo y no escuchar su opinión, ¿no?
• Internet no es la gallina de los huevos de oro ni todos los vídeos
son virales.
Seamos serios. ¿Qué es eso de “quiero que sea viral”? Anda
claro, y que multiplique por tres las ventas. “Sí hombre, como el
spot aquel de Dove sobre la belleza real, que tuvo millones de
visualizaciones”. Cosas así pasan, claro que sí, pero has de ser
realista y afrontar tus campañas con objetivos y expectativas
realistas. Si no luego vienen los fiascos y las decepciones, pero
¿será porque la acción era mala o porque las expectativas no eran
las correctas?
• No mandes porquería a los bloggers.
El hecho de que todos los blogs tengan un buzón de email para
que se les contacte, no quiere decir que quieren que se lo llenen
de spam. A todo el mundo le molesta encontrarse el buzón de casa
lleno de propaganda que no le interesa ni al que la publica. Pues
es lo mismo, a los bloguers no les gusta que les llenen el email de información que no es relevante para ellos. Si tienes algo que
creas que puede interesarles a ellos o a sus lectores, escríbeles un
email personalizado, relevante y natural. Seguro que lo agradecen.
Y si mandas muchos seguidos, procura no confundir los nombres
de los autores o hacer referencias al blog que no es, queda mal.
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