10. Por lo tanto, aunque una fuerza pequeña realice una lucha tenaz, al fin
seguramente será capturada por una fuerza mayor.
11. Por consiguiente, el general es el baluarte del Estado; si el baluarte es
completo en todos los aspectos, el Estado será fuerte; si el baluarte es
defectuoso, el Estado será débil.
12. Hay tres maneras en las cuáles un gobernante puede traer infortunio a
su ejército:
a) Ordenando al ejército avanzar o retroceder, sin tomar en
consideración que este no está en condiciones de hacerlo. A esto se le
llama maniatar al ejército.
b) Tratando de gobernar un ejército de la misma manera en que se
administra un reino, ignorando las condiciones en que ese ejército se
encuentra. Esto causa desconcierto en los soldados.
c) Interviniendo en cuestiones operativas ignorando sus posibles
derivaciones y consecuencias. Esto mina la confianza de los soldados.
13. Pero cuando el ejército está inquieto y desconcertado, seguramente
habrá dificultades que provendrán de otros príncipes feudales. Esto es
simplemente causar anarquía dentro de la armada y tirar la victoria por
la borda.
14. De esta manera podemos saber que hay cinco puntos esenciales para la
victoria:
1) Ganará aquel que sepa cuando luchar y cuando no hacerlo.
2) Ganará aquel que sepa cómo manejar tanto a las fuerzas
superiores como a las inferiores.
3) Ganará aquel cuyo ejército esté animado por el mismo espíritu a
través de todos sus rangos.
4) Ganará aquel que, estando preparado, aguarde para tomar al
enemigo desprevenido.
5) Ganará aquel que tenga capacidad militar y no sufra interferencia
alguna de parte de su soberano.
6) De ahí el dicho: Si tú conoces al enemigo y te conoces a ti
mismo, entonces no debes temer el resultado de cien batallas. Si
te conoces a ti mismo pero no al enemigo, por cada victoria
ganada también sufrirás una derrota. Si tú no conoces ni al
enemigo ni a ti mismo, sucumbirás en cada batalla.
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