Dependiendo de algunas creencias, la vida no concluye cuando uno muere sino continúa, y unos dicen que hasta puede reencarnarse para volver en otra persona hasta depurar el karma que en vida no se logró cumplir y quedan "temas pendientes”, cualquiera fuese la verdad, morirse hoy por hoy tiende a ser un negocio redituable por los costos de este servicio.
Y bien lo saben las empresas: desde las funerarias hasta las que ofrecen servicios completos que incluyen la totalidad del servicio funerario, en los que la empresa se encarga de todos esos "detalles” que son complejos, pues la muerte sigue siendo un tema difícil de manejar para las personas.
En nuestra idiosincrasia, la muerte es para muchos un sino de cierto tipo de "conservadurismo”. Seguramente habrá excepciones, pero, en Europa es distinto. Las empresas en su afán de innovar y satisfacer las demandas agregan otros accesorios al servicio: desde la implementación de televisores plasmas con las imágenes en vida del difunto hasta ceremonias musicalizadas o comidas posteriores.
Lo cierto es que las empresas funerarias que no sólo prestan el servicio, también han acuñado el concepto de parque en vez del lúgubre cementerio -con mucho cemento de por medio-, están conscientes de que las personas no deben pasar por esa experiencia de dar sólo una sepultura a sus seres queridos, sino que, además, sea en un lugar lleno de vida, aun si se trata de la muerte. Por eso las empresas aplican técnicas de marketing y de servicio al cliente, y la venta anticipada, para evitar pasarla mal en esos momentos en los que las personas no tienen cabeza.
*Es publicista con especialidad en marketing.
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